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El cuerpo no es la causa, es el efecto

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El cuerpo no es la causa, es el efecto


Creemos que el cuerpo manda. Que es él quien se enferma, quien se agota, quien envejece. Que los síntomas aparecen porque sí, porque es la biología la que se desajusta. Pero, ¿alguna vez te preguntaste qué activa esos desajustes?


El cuerpo es mucho más que un conjunto de células funcionando en automático.


Cada órgano, cada sistema, cada función vital responde a la información que recibe. Y esa información no proviene solo de lo que comemos o del ambiente en el que vivimos. Proviene, sobre todo, de la mente.


Claro, el cuerpo tiene su propia inteligencia. No necesitamos pensar en cómo digerimos los alimentos, en cómo cicatriza una herida o en cómo late el corazón. Pero esa inteligencia responde a una intención mayor, una fuerza organizadora que lo guía. Esa conciencia sos vos.


Tu personalidad, tus pensamientos, tu historia emocional, tus creencias sobre la vida no están separadas de tu biología. Lo que sentís y pensás condiciona tu estado interno, y tu estado interno moldea la manera en que tu cuerpo funciona.



La ciencia ya lo sabe


No es solo una idea filosófica o espiritual. Es algo que la ciencia ha venido confirmando en los últimos años.

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La epigenética ha demostrado que los genes no determinan nuestro destino, sino que responden al entorno que los activa o desactiva. Y ese entorno no es solo lo que nos rodea, sino también lo que sucede dentro nuestro: las emociones que sostenemos, los pensamientos que repetimos, las historias que nos contamos sobre lo que podemos o no podemos hacer. Nuestas creencias.


La física cuántica ha demostrado que la materia responde al observador. Dependiendo de quién observa y cómo lo hace, la realidad cambia.


El estrés crónico es un ejemplo perfecto de esta conexión. No es solo un estado mental: es algo que modifica la expresión genética, debilita el sistema inmune y altera la química del cerebro. Lo que pensás y sentís, moldea literalmente tu biología.


Pero seguimos creyendo que el cuerpo es algo separado de la mente. Seguimos pensando que basta con ajustar la alimentación, con hacer más ejercicio, con dormir más horas. Y si bien todo eso es importantísimo (sobretodo por el benificio que trae a nivel emocional y neuronal, haciendo un círculo virtuoso entre pensamiento - biología), no alcanza si el sistema nervioso sigue en estado de lucha, si la mente sigue sosteniendo tensión, si seguimos atrapados en una manera de ver la vida que nos enferma.



El cuerpo como espejo de la mente


Si vivís en estado de alerta, no importa cuán saludable sea tu dieta, tu cuerpo no va a procesar los alimentos de la misma manera que cuando estás en calma.


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Si sostenés la creencia de que no podés con algo, tu cuerpo se prepara para la lucha: tensión en los músculos, aceleración del pulso, cortisol en sangre.

Entramos en frecuencia cerebral homóloga a ese estado.

Ese estado de combate refuerza la idea de que hay una amenaza. Y entonces la mente responde generando más pensamientos de preocupación.


Así se forma un bucle constante: el cuerpo se contrae, la mente lo percibe como señal de peligro y refuerza aún más el estado de alerta. Y así, sin darnos cuenta, entramos en un ciclo donde el estrés se convierte en nuestra biología.



Aparecen los síntomas, y creemos que la solución está en lo físico. Y en el mejor de los casos, buscamos cambios de hábitos "saludables", pero ni te digo cuando buscamos adormecer los síntomas con medicamentos... que pone todavía más a dormir la resistencia mental que está creando ese síntoma.


El cuerpo no es la causa, sino la manifestación visible de lo que sucede en niveles más sutiles.

Modificarlo desde la superficie es como intentar corregir el reflejo en un espejo sin cambiar la imagen original.

La mente es el cuerpo causal. Ahí es donde ocurre la verdadera transformación.



¿Entonces no hay que prestarle atención al cuerpo?


Si el cuerpo es solo el reflejo de la mente, ¿significa que debemos ignorarlo?

No! claro que no.

El cuerpo es un aviso constante de lo que está ocurriendo en la mente. Cada tensión, cada síntoma, cada enfermedad es un mensaje. No para que te obsesiones con él, sino para que aprendas a escucharlo.


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El problema es que solemos irnos a los extremos:

O ignoramos el cuerpo y vivimos atrapados en la mente, desconectados de sus señales,

O nos enfocamos solo en lo físico, buscando soluciones superficiales sin cambiar lo que lo está generando en un nivel profundo.


Pero hay un camino intermedio. Un puente entre la mente y el cuerpo.

Por eso, prácticas como el yoga, la meditación y la respiración consciente han sido utilizadas durante miles de años. No como un simple ejercicio físico, sino como herramientas para observar la mente a través del cuerpo. Pero dejo esto para otro posteo.



Cómo salir del automático y recuperar el equilibrio


Cuando la mente está en calma, el cuerpo sana.



Entonces, como calmar la mente?


Acá viene la paradoja. Para calmar la mente debemos calmar primero el cuerpo.


La quietud, el silencio. Llevar la atención hacia adentro.

Esto va a relajar el sistema nervioso. Al relajar el cuerpo, la mente entiende que no hay peligro, y puede acompañar el estado de calma.


Surge un cambio de frecuencia, de vibración cerebral. Entramos en fase de observación y reparación biológica.


Una mente relajada permite que la veamos con más claridad, con más conciencia. Al tener mayor discernimiento, podemos ver los mecanismos inconscientes que nos rigen y las reacciones automáticas empiezan a perder cada vez su poder. Dejan de dominarnos.


Y esto, hace que el cuerpo pueda sanar.

Entramos en un círculo virtuoso.



Bienvenidos a este blog!



Un espacio para compartir investigaciones, reflexiones, información sobre la mente, el cuerpo, la conciencia.


Me encantaría que aportes tu mirada en los comentarios, para que este sea un espacio, eventualmente, para todos y todas.


Un espacio colectivo virtual, sostenido en una plataforma que no es instagram, de observación y escucha interna, un espacio terapéutico a la distancia.

Donde nuestras palabras reverberan ecos que a otro le puede llegar en otros tiempos.



Comentá, te leemos!




Te interesan estos temas?


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© magdalena basualdo

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